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Todo comenzó en Belén

Vamos a comenzar este camino maravilloso de sanación y restauración, esta historia de Amor que Dios quiere vivir contigo a través de estos talleres. Es una historia que tiene un final feliz, porque tenemos un Dios vivo, que te ama, que todo lo puede y hace milagros. 

En el encuentro de hoy, en este momento haremos oración: Vamos a ponernos en la presencia del Señor, invocamos su presencia aquí en este lugar, vamos a cerrar nuestros ojos y abrir el corazón.

TODO SER HUMANO, NECESITA CONOCER SU ORIGEN 

Esto nos lleva a buscar y reconocer quienes somos y de dónde venimos. Intuitivamente lo hacemos. Es una pregunta difícil de responder. Necesitamos hacernos esas preguntas, porque esas respuestas nos van a dar paz, nos van a orientar.

No somos fruto de la casualidad, ni fruto del azar, fruto de la pasión de sus padres (en cualquier circunstancia). Somos fruto de un plan de amor que Dios tiene para ti y para tu vida y que requiere ser descubierto y ser abrazado para ser feliz.

Esta verdad nos ayudará tener un sentido de nuestra vida.

¿De donde vengo?

¿En dónde estoy?

¿A dónde voy?

No son preguntas superficiales sino muy profundas​

¿QUIÉN NO SOY?

No soy un objeto, ni tampoco un estorbo, no soy un accidente, ni tampoco soy otra persona que no soy, ni soy solo trabajo, ni solo cansancio, ni solo culpa, no soy un fracaso, ni soy un desastre, ni una equivocación, ni un dolor para la humanidad. 

Todas estas palabras y muchas otras que nos han dicho... y que hemos escuchado desde niños…

Muchas veces escuchamos que nos dicen: eres un desastre, no sé en que estaba que te tuve, por qué naciste, por culpa tuya sufro (por ende soy causal de dolor)… todo esto nos va marcando, marca nuestro corazón. El niño no logra diferenciar el estrés de los padres, la situación social, cultural o familiar en que se dan este tipo de comentarios, por lo tanto asumen esos comentarios como verdad. Asumen que no son queridos. Son palabras que nos marcan. Provocan una profunda herida. 

¡Hoy Dios te dice otra cosa! en el corazón, en la mente. ​​​

1.1. TODO COMENZÓ EN BELÉN.jpg

En esta imágen, podemos ver el principio. El Padre se da al Espíritu Santo y al Hijo, el Hijo al Espíritu al Hijo y al Padre y El Espíritu al Padre, haciendo una ronda de Amor. Y en esta gran ronda de Amor trinitario, Dios pensó en ti, estas Tú. Tú estás al comienzo de la creación ¿por qué? por que Dios te pensó a tí en unicidad. No pensó en todos, en hacer uno más, sino en ti en particular. Antes de ser creado ya existías en el corazón de Dios y Él te dio el existir. 

Hablamos del Hombre originario, para referirnos a ese principio del cual venimos. Esto un misterio, la palabra misterio, no hace referencia a algo que no se puede saber, sino que en el contexto de la fe, se refiere a algo que tiene que ser develado constantemente, algo insondable, que es de a poco revelado. Nuestra mente no alcanza a comprenderlo todo porque somos finitos, limitados en tiempo y espacio y Dios es infinito (no tiene ni tiempo, ni espacio). 

Dios pensó en ti, en tu forma de ser. Dios te pensó, te sonó y te dio la vida. Si tu existes es porque Dios quiso que tú existieras. Somos creados por este Padre, Hijo y Espíritu Santo que es Amor. No somos creados por el odio. El momento en que se une el óvulo y el espermatozoide, es un momento de puro amor, porque es el Amor de Dios que te da la vida. Y como soy amado, también soy un don para los demás, un regalo para los demás. Esto hace que yo pueda sentirme pleno en la medida en que estoy en actitud de servicio, disposición y entrega hacia un otro. 

EN EL PRINCIPIO 

Al principio ..(1 Jn 1-!4 ) En este pasaje que narra el principio trinitario que hace parte de nuestra historia, porque tu naces de ese Amor trinitario. Tu existes porque Dios quiso darte la vida en el Amor, ese Amor es Donación. 

Podemos ver esta ronda de amor, donde el Padre se da al Hijo, el Hijo al Espíritu santo y el Espíritu Santo se da al Padre y este amor continuo y puro, estas TÚ. En el centro de la Trinidad está el ser humano.

EL HOMBRE ORIGINARIO

En el Génesis vemos como Dios separó las aguas, crea la tierra, los animales... y el culmen de esta creación hermosa y bella, es la creación del hombre. 

Al principio Dios creó al Hombre a su Imagen y semejanza (“Imago Dei”). A imagen de Dios fuimos creados. Y Dios es hermosura, por lo tanto tú eres hermoso, bello, lo más lindo que Dios ha creado. 

Buscamos el Amor y lo damos. Cuando amamos somos capaces de hacer todo por el otro, como la madre que da todo por su bebé, atendiendo sus necesidades sobre las propias. Y lo hacen porque aman.  Buscamos ser amados y dar amor. Hemos sido creados para amar profundamente y ser amados. 

Dios nos creó con amor y en el amor. Este es el “misterio de la creación”. Fui creado con un amor infinito.

 

Y si Dios se da mutuamente en el Amor, y esto gesta amor, nuestra existencia está hecha para ser DON, es decir regalo para los demás.

EJERCICIO

Invita a los participantes a cerrar los ojos, aquietarse y en un momento de silencio preguntarle a Jesús: 

Señor ¿Quién soy yo para ti?

Luego compartir la experiencia, dependiendo el grupo y el tiempo puede ser en público para todos o en grupos (del número de participantes que estimen conveniente) y luego compartir.

Al terminar, reforzar que eso que acaban de sentir o escuchar, son lo que son para Dios. Somos sus hijos amados, somos las niñas de sus ojos, somos lo más lindo. 

Luego los invitamos a escuchar esta canción: 

¿DE DÓNDE VENGO?

Venimos de Dios y vamos hacia Dios y en la medida que vivimos esta realidad somos felices. Dice San Agustín: 

“¡Tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo fuera, y así por fuera te buscaba y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de aquellas cosas que, si no estuvieran en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste y quebraste mi sordera; brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste y deseo con ansia la paz que procede de ti” 

(Libro X, 27). 

Debemos reconocer que tenemos un Padre, quen o s es cualquier Padre, que es Dios y que nos dió la existencia; cambia todas las cosas. Es un Papá ideal, un papá que nos ama, que nos dio una identidad, un propósito, un plan, nos invita a desarrollarnos y a dar frutos de vida eterna. Nos invita a dar y darnos. 

El verdadero amor une, unifica, da armonía, plenitud. Tu y yo al ser amados, creados e invitados a ser un don para los demás, nos transformamos en imagen de Dios. Dios nos capacita para conocerlo, por ejemplo cuando recibimos la Comunión y nos transformamos en templos del Espíritu Santo. 

¿DÓNDE ESTOY?

Estamos en el tiempo, en la historia propia de redención y de salvación.Estamos en la tierra en “ Este valle de lágrimas” como dice la “Salve”.

 

Una vez nacemos, se habla del hombre histórico, por estar en el tiempo, en la historia. Aquí es donde vivimos el "misterio de la redención", porque permanentemente Dios nos rescata, Dios nos llama. Permanentemente caemos en pecado, nos arrpentimos, nos confesamos. Dios permanentemente nos llama. En este momento histórico (nuestra vida), soy hijo. Dios me llama y me invita a vivir en Comunión con Él. "Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre, entraré y cenaré con él" (Apocalipsis 3, 20). Dios me llama, no me obliga. Vale la pena esta invitación. Soy hijo, soy llamado y también soy redimido porque Dios me da nueva vida cada vez que yo me caigo, cada vez que yo me arrepiento, Dios me redime. En este aquí y ahora me transformo en "Templum Dei", es decir en templo de Dios. Por la gracia del Bautismo, nos transformamos en templos de Dios. Como dice San Pablo " ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?" (1 Corintios 3, 16). Y ¿Qué hago yo von este templo? ¿Cómo trato este templo? ¡Cuido este templo que soy yo?, en este templo vivimos una permanente batalla contra el mal espíritu y contra la concupiciencia (tendencia al mal). Y es en este tiempo que Dios sale a nuestro encuentro y nos rescata. 

En esta tierra soy hijo en Hijo (Jesucristo). Dios me llama por mi noimbre y con Amor. Generalmente el mal espíritu nos llama por nuestro pecado. Por ejemplo, alcohólico, drogadicto, ladrón... para Dios eso no me define: es una enfermedad o un pecado que no define. Soy un hijjo de Dios muy amado. dios me rescata de ese pecado y me pone una hermosa corona de gloria. 

Estamos permanentemente aprendiendo a Amar. No como el mundo, si me dan yo doy. Sino al modo de Jesús. 

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¿A DÓNDE VOY?​

 

Al cielo. Soy de Dios, estoy en esta lucha y mi meta es el cielo. ​Escatología significa la venida de Dios, el Reino de Dios. Aquí se vive el "misterio de la resurrección". ¿Cómo va a ser nuestro cuerpo resucitado?, no sabemos. Estaremos gloriosos y resucitados como Cristo.

 

El hombre escatológico, hace referencia a lo que estamos invitados: la eternidad. En esta eternidad, estamos llamados a vivir en comunión y en santidad. ¿A dónde voy?, al cielo, a ser amado y a amar para siempre. Y esta realidad de cielo podemos empezar a vivirla aquí y ahora. Que es lo que hacen aquellos hombres y mujeres, que se encuentran con Dios, tienen esta experiencia de Dios y del Espíritu y empiezan desde acá a vivir las primicias del cielo. Se puede experimentar el gozo que solo Dios da. 

 

Vemos por ejemplo los mártires y santos que viven el gozo a pesar de no tener nada. Viven la alegría que da Dios. ​Por la vida de la gracia podemos vivir, desde ahora esta realidad de escatología, podemos vivir las primicias del reino es decir vivir como “Resucitados”.​

 

Vivir en esta dinámica del amor, significa vivir en santidad, en un continuo comenzar a amar y a vivir los valores del reino, en lo cotidiano, en la vida.  Estamos llamados a ser uno, a salir de nuestra individualidad para ser “ uno con el otro” en el amor. ​“Ser amado y amar para siempre”​

 

Primero vivimos el "tu"(originario), luego un "yo" (histórico") y finalmente un "somos" (escatológico).

FINALMENTE EN BELÉN...

Luchas 2, 1-11: 

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

 

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.

De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. 

Podemos ver que así como en este relato, Dios busca hoy un lugar para nacer: Tu corazón. En el pesebre de tu corazón. Puedo sentirme desplazado, excluido, sucio como el pesebre, un lugar que no es tan lindo, ni tan limpio. Es el lugar donde se guardan los animales, donde hay tierra, suciedad, estiércol, mal olor... y sin embargo ahí nace el Rey de reyes. No en una cuna de ora. ni siquiera en un lugar digno, sino en el peor lugar, en el lugar de los animales. 

Muchas veces nuestro corazón está así de mal, necesitamos que el señor nazca en nuestro corazón. No somos capaces de reconocernos hijos amados, porque tenemos tantas heridas en el alma, tanta suciedad.

CUANDO NACE JESUS

Por eso el Señor tiene que nacer en mi corazón. Naciendo allí, todo se transforma. Podemos ver la gloria de Dios y oír a los ángeles y podemos entrar en este mundo de Dios y del Espíritu Santo que iremos profundizando en este taller. Que maravilla es poder ser testigo de esto y tener esta experiencia de "nacer de nuevo" y dejar que Jesús nazca en el corazón para que toda su historia se sane. 

ORACIÓN 

En un momento de silencio pregúntale al Señor Jesús: 

¿Cómo está mi vida?

¿Cómo está mi corazón?

¿Cómo está el pesebre de mi corazón?

Señor en este día, en esta hora, quiero que tu nazcas en mí para ser una nueva creatura, para poder ver la gloria de Dios. Para poder regocijarme, para poder comenzar un nueva historia. Gracias Señor por todo lo que vas a hacer. 

Nos encomendamos a María nuestra Madre para que ella también nos geste, nos abrace, nos alimente, nos lleve, nos conduzca, no enseñe a amar a Dios de la mejor manera. 

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén 

 

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